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martes, 19 de agosto de 2014

Elogio de la dificultad: acerca del lector literario - María Teresa Andruetto



En el marco de la 14ª Feria del Libro Infantil y Juvenil de Montevideo y 3º Encuentro de Escritores e Ilustradores de la Región nos visito la escritora argentina María Teresa Andruetto, ganadora del premio Hans Christian Andersen en 2012. 

En esta visita dio una conferencia sobre las dificultades y riesgos que nos propone la literatura. 

Para leer la conferencia pueden hacer clic aquí.

jueves, 31 de enero de 2013

Los lectores en jaque

En “Las bibliotecas en jaque”, nota publicada por el diario El País (Uruguay) se da cuenta de la notoria disminución de los usuarios de las bibliotecas públicas del país. Según estadísticas del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, la Biblioteca Nacional habría pasado de recibir 26.179 usuarios en 2009 a recibir 5.940 en los primeros ocho meses de 2012. Asimismo, solo el 18% de los ciudadanos habría asistido a una biblioteca pública el año pasado –la cifra realmente es que 82% de los ciudadanos no frecuentó una biblioteca en 2012–.
A pesar de lo tentador que es caer en el tremendismo y sumarse al corro de los que cantan las peores desgracias de la sociedad, he de decirlo, la nota, como muchas que se publican en la prensa, simplifica y trivializa el problema que aborda. Da la impresión de que la disminución constante de usuarios de las bibliotecas, uruguayas y mundiales –el periodista afirma que “En Europa, el 80% de la población no asiste a estos centros. En Latinoamérica, se estima que solo concurre un tercio de sus habitantes, en su mayoría universitarios.”–, tiene que ver con que estos establecimientos han quedado obsoletos con sus libros en papel y su exigencia implícita de “aquí se viene a leer”. Se supone que las bibliotecas ya no ofrecerían a los “lectores” lo que estos necesitan por lo que tendrían que adaptarse a las demandas actuales del público incorporando más y mejor tecnología. Según esta visión, las bibliotecas, tal como las conocemos, difícilmente pueden hacer frente a la dura competencia de Internet, pues esta, una versión mejorada de la antigua biblioteca de Alejandría, sería la biblioteca de bibliotecas, el repositorio de todo el conocimiento humano al alcance de un clic.   
También se puede presumir, por lo dicho en la nota, que si las bibliotecas emplearan parte de sus magros recursos para instalar más computadoras y, mejor aún, adquirir lectores de libros electrónicos para prestar a sus visitantes, entonces, cabría esperar que los usuarios aumentaran; no es raro que se piense en la tecnología como la solución a todos nuestros problemas.

Solo lo que pueden resolver
Las declaraciones de las autoridades, citadas en la nota, también ponen en evidencia que estas solo se plantean los problemas que pueden resolver. Así, según las autoridades, el problema de las bibliotecas uruguayas radicaría en su falta de recursos, materiales y humanos, lo cual, evidentemente, podría resolverse con un aumento de estos. Está bien, las bibliotecas podrían mejorar su servicio en un sentido amplio: establecimientos más confortables, catálogos más amplios, horario extendido, etc. Pero esta “solución” solapa un problema más importante y más complejo de resolver, la disminución de lectores, que no de usuarios. No solo es que las bibliotecas puede que no estén prestando un buen servicio sino que hay pocos lectores que demanden uno mejor y distinto, ya que son pocas las personas que deciden pasar una tarde del sábado leyendo en una biblioteca, sin importar la calidad del servicio de esta sea. Y es que no son muchos los que disfruten de la lectura recreativa, de la lectura como ocio; los que, a pesar de esgrimir que no leen por falta de tiempo, estén dispuestos a ceder unas horas de televisión, de interacción en las redes sociales, a cambio de unas horas de lectura.

Ocio versus deber
La disminución en la cantidad de usuarios de las bibliotecas públicas en Uruguay –y del resto de los países– seguramente es directamente proporcional a la dificultad que ha habido para estimular el gusto por la lectura entre los ciudadanos, especialmente los más jóvenes. Hasta ahora las campañas de fomento, estímulo y promoción de la lectura se han basado en un mandato moral: leer es bueno, no leer es malo. Pero, ¿por qué es bueno leer y es malo no hacerlo? De acuerdo a la mayoría de los promotores del libro y la lectura, leer es importante para alcanzar un buen desempeño académico, ser culto (rendir homenaje a la herencia cultural) y ser mejor persona. Pocos se atreven a afirmar, quizás no lo compartan, que leer es bueno porque es divertido, es un divertimento que, al igual que otros, no amerita mayor justificación que el disfrute. La lectura está justificada en la medida en que se disfruta y este disfrute es lo único que puede contribuir a que aumenten los usuarios de las bibliotecas públicas; primero se es lector y luego usuario de biblioteca, no al revés.
Y es que la asistencia a las bibliotecas no se puede basar en las necesidades escolares de los usuarios, pues de lo contrario los usuarios –y con razón– migrarán irreversiblemente hacia Internet. Si de encontrar información sucinta y de forma expedita se trata, difícilmente una biblioteca –aunque solo tenga libros electrónicos– pueda competir con la red de redes. Por ello no es casualidad que las bibliotecas universitarias tengan una buena afluencia de usuarios/lectores. Estos asisten a las bibliotecas por una necesidad muy clara, la de encontrar material de estudio. Si no tienen dinero, o la disposición, para comprar el libro que necesitan para estudiar, van a un lugar donde pueden leerlo sin pagar. A propósito de la oposición usuario utilitarista/lector placentero, Juan Domingo Argüelles afirma en “Los usos de la lectura en México”:
El usuario utilitarista de la biblioteca pública es el que más abunda, en contraste con el lector placentero. Pero este usuario es la consecuencia lógica de un sistema que, independientemente de blandos discursos, a lo largo de la historia, ha considerado la adicción, el vicio de la lectura sin otro propósito que el disfrute, como un elemento perturbador, e incluso disociador, que no fortalece el desarrollo disciplinado y sí por el contrario propicia el individualismo.
Es decir, no son realmente las bibliotecas las que se encuentran en jaque sino los lectores y la lectura. Seguimos empeñados en insistir en que lectura y los libros son vitales por sus beneficios académicos y profesionales (económicos)  más que por el goce –imposible de evaluar, ridículo de prescribir– que nos pueden deparar.

Leroy Gutiérrez
Publicado originalmente en Sobre Edición.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Devenir leyentes, por María Bedrossián

Devenir leyentes, por María Bedrossián

"Devenir leyentes. Apreciaciones desde la hermenéutica filosófica de Hans-Georg Gadamer", por María Bedrossián. Ponencia seleccionada en la 37.ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. 14.º Congreso Internacional de Promoción de la Lectura y el Libro. Lema: Si nosotros leemos, ellos leen.

Cielo, tierra y mercado, por Ana María Bavosi

Cielo, tierra y mercado. Un poco de historia de las tierras uruguayas, por Ana María Bavosi
"Cielo, tierra y mercado. Un poco de historia de las tierras uruguayas", por Ana María Bavosi. En: Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil, IBBY Latinoamérica, n.º 10, julio-diciembre 1999, pp. 14-17.

lunes, 22 de octubre de 2012

Virginia Brown: contar como jugar y reír, por Germán Machado


Virginia Brown: contar como jugar y reír

Nota tomada de Garabatos y Ringorrangos, el blog del escritor Germán Machado.

Princesas había muchas, mas nunca lograba asegurarse 
de que lo fueran de veras; cada vez encontraba algo 
que le parecía sospechoso.
Hans Christian Andersen, La princesa del guisante

En la escala jerárquica de la nobleza monárquica no se admite la imitación. El rey es uno y su descendencia debe asegurarse como parte del original: de ahí la búsqueda de una princesa que no deje lugar a dudas. Esa rigidez se extiende a todo lo que refiere al poder monárquico, que en su momento supo ser poder absoluto. Esa rigidez está en la base de los rituales regios, de los protocolos, de la severidad con la que se revestía el poder cuando era uno e indivisible. Entonces, el poder del rey era inimitable, salvo como burla: de la distancia entre el original y su copia nace la risa. La escritora uruguaya Virginia Brown lo sabe.

Intentaré hacer un repaso de su labor como escritora, concentrándome en alguno de sus libros, que hasta el momento, en lo que refiere a su obra para niños, se basan en cuentos breves dirigidos a los primeros lectores, los más pequeños. Empiezo con el libro Muchas princesas, por entender que allí se puede ver cómo trabaja Brown ese juego de contar, o ese cuento de jugar y reír.

Muchas princesas, de Virginia Brown, ilustrado por Mauricio Marra.

En cada página frontal de este libro, de modo disimulado, como por fuera de la escena, aparece un personaje, un sapo coronado, que va presentando a las distintas princesas del cuento a partir de sus características más destacadas. Las princesas se corresponden con personajes de cuentos tradicionales. Así empezamos con la princesa del cuento La sirenita de Hans Christian Andersen, sigue luego la referencia a Las doce princesas bailarinas de los hermanos Grimm, La princesa y el guisante, también de Andersen, La bella durmiente en versión de Perrault o de los hermanos Grimm, La Blancanieves, de los hermanos Grimm, y otras princesas que, sin corresponder a un cuento específico, bien pueden pertenecer a cualquier cuento de hadas.

Interior de Muchas princesas (página frontal).

Relatado en verso, como si fuera el recitado del sapo, en la página frontal se enseñan las características de la princesa. El recitado culmina con unos puntos suspensivos que nos invitan a dar vuelta la página. Al proceder así, encontramos un calificativo terminado en ada/ado, que nos devela una característica de la princesa que no es la tradicionalmente esper(h)ada.

Y es que para la autora, casi que por regla, se trata, siempre, de llegar a una conclusión irreverente respecto de la princesa tradicional. En este sentido, Virginia Brown pone en juego un mecanismo literario que trasciende desde el texto que leemos a otro texto clásico en el cual está inspirado el primero. El texto que finalmente nos queda servido es una versión transformada y, casi que naturalmente, es una versión transformada en un cuento de humor, en un texto lúdico; vale decir, un texto que juega mientras uno lo lee o que se lee como un juego de irreverente resultado, una parodia, una imitación, con gracia y sorpresa incluida.

Muchas princesas (reverso de la página ).

Seguramente, el humor de Virginia Brown hace honor a su ascendencia inglesa. Lugar común, o mito, se identifica al humor inglés con ese tipo de humor basado en la ironía: refinado en sus modos, con un cuidado uso del lenguaje, que no desconoce las normas culturales y que, por eso mismo, puede ser más aguzado que la charada fácil o la broma burda. Porque sabe todos los cuentos de princesas, puede imitarlos, pero siempre forzando esa distancia en la cual se inserta la risa. Y es que, después de tantas princesas, después de que sabemos que lo absoluto del poder ya no puede encarnar en un solo héroe: ¿cómo podría contarse hoy una historia original que recupere aquella imaginería? La apuesta por el humor y la ironía es un acierto aquí.

Hay una hormiga en el baño, de Virginia Brown con ilustraciones de Perica.

Ese humor está presente en los otros libros de la autora que consultamos para esta nota. Ya sea que ponga en juego el mecanismo retórico de la transtextualidad, como es el caso en el libro Cuando el temible tigre, donde la referencia a la Caperucita Roja es patente, o que no lo haga, y deje correr una historia sencilla, basada en algo cotidiano, como es la lucha de una madre para que su hija tome el baño del día, tal como se nos cuenta en Hay una hormiga en el baño: Brown echa mano al humor y al juego, y sus textos no dejan de hacer piruetas y bufas mientras son leídos.

Cuando el temible tigre, de Virginia Brown con ilustraciones de Matías Acosta.

Y los juegos con el lenguaje, con sus dobles sentidos, como puede ser el caso de la palabra “rico”, que alude a una condición económica o al sabor de una comida, no son ajenos también a la sorpresa que depara el relato, como en el caso de Así reinaba el rey reinante, donde una vez más, la transtextualidad apuesta a la parodia y juega con las tradicionales aventuras y desventuras de un rey que desea ser “el hombre más rico del mundo”.

Así reinaba el rey reinante, de Virginia Brown con ilustraciones de Valentina Echeverría.

En todos los libros se cuida de manera muy especial la ilustración. En el caso de Hay una hormiga en el baño, por ejemplo, las ilustraciones de Perica encierran el juego de descubrir dónde está escondido en cada caso uno de los animales que, imaginados por la niña o no, vienen a interrumpir la entrada bajo la ducha. En el caso de Cuando el temible tigre, las ilustraciones de Matías Acosta apuestan a un juego de suspenso que solo podrá desbaratarse al final. Y un lugar destacadísimo tiene el trabajo de Valentina Echeverría en la ilustración del cuento Así reinaba el rey reinante, donde la interacción entre la ilustración y el relato funciona como un mecanismo de relojería.

Dijimos que Virginia Brown es una autora que viene publicando cuentos para primeros lectores a un ritmo sostenido (acaba de publicarse, en este 2012, el libro Una tarde de verano el elefante en la colección Contámelo otra vez, de la editorial Alfaguara, donde reincide en la dupla con Valentina Echeverría), no obstante su afición a este género, y a esta altura casi que su especialización en él, me consta que Virginia Brown está por publicar una novela para lectores más entrenados, niños a partir de 8 o 9 años, donde vuelve a apostar a su virtuosismo: contar una historia como jugar y reír; y me consta que eso le sale muy bien también en el relato largo. Sus primeros lectores ya pueden ponerse a esperar esa publicación.

Libros de Virginia Brown revisados para esta nota:

Muchas princesas
Ed. Alfaguara Infantil (Colección Contámelo otra vez)
Montevideo, 2007
Ilustraciones de Mauricio Marra

Hay una hormiga en el baño
Ed. SM (Colección Los piratas de El barco de vapor)
Buenos Aires, 2009
Ilustraciones de Perica

Así reinaba el rey reinante
Ed. Alfaguara Infantil (Colección Contámelo otra vez)
Montevideo, 2010
Ilustraciones de Valentina Echeverría

Cuando el temible tigre
Ediciones de la Banda Oriental (Colección ¡A volar! Libros de La mochila)
Montevideo, 2011
Ilustraciones de Matías Acosta

jueves, 18 de octubre de 2012

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Pensar libros para niños, por Susana Aliano y Leroy Gutiérrez


Open publication - Free publishing - More children books

Estas imágenes e ideas formaron parte de la charla que brindaron los editores Susana Aliano y Leroy Gutiérrez en el Centro Cultural de España en Montevideo, en agosto del 2012, organizada por IBBY Uruguay. Ellos decidieron compartirlas como una manera de seguir estimulando el debate sobre la lectura, los libros para niños y la literatura.
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